En palabras del creador del mejor cómic de la historia (Watchmen), Alan Moore, The Wire es la obra de televisión más asombrosa que nunca se ha hecho en Norteamérica, posiblemente la obra de televisión más asombrosa jamás hecha, y ciertamente razón no le falta.
Cuando parecía que el sello HBO no podía superarse, después de dar series de la talla de Los Soprano, Roma o Deadwood, de esta última hablo de oídas, nos sorprenden con una obra de arte para la pequeña pantalla capaz de contarnos con una precisión y una sencillez inusitada el complejo mecanismo del narcotráfico. Pese a haber visto sólamente la primara temporada, la serie me ha enganchado y mucho.
Y es que no sólo es narcotráfico, es movimiento, acción, humor, sutileza, inesperados giros y ante todo verdad absoluta, realidad pura y dura en forma de carcoma, engaño y corrupción. Cuando escuchas a los traficantes negros hablar de sus trapicheos cotidianos te acojona tanto que no sabes si estás en el Baltimore de The Wire o en el sillón de tu casa, realismo ante todo. Y eso se debe, en buena medida, de un lado, a que los creadores de la serie fueron uno periodista y otro policía, perfectos conocedores del mecanismo del narcotráfico, y de otro, al sello HBO, distintivo de calidad y al que no le importa, como cadena de pago que es, no tener grandes audiencias sino dotar a sus productos de una originalidad y calidad sublimes.
No lo dudes, si no sabes a que dedicarle una hora al día, dedícasela a The Wire.
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