lunes, 28 de febrero de 2011

Casablanca


Si has leído la crítica anterior de mi compañero y eres de esos que, como yo, no soporta a Arafnosky o como se escriba (director de El cisne negro), o simplemente, también como yo, no entiende sus películas porque seguramente sean demasiado modernas e intelectuales, les recomiendo una buena dosis de cine clásico, y que mejor que Casablanca.

Eso fue lo que hice ayer, verla. Ante lo que me olía que podría pasar en los Oscar con Cisne negro, Origen y demás memeces, decidi ver Casablanca en mi casa. Posiblemente el clásico entre los clásicos del cine, la crónica más amarga del mundo contemporáneo y la historia de amor más sencilla y a la vez más compleja que jamás haya visto. Uno después de verla sigue intentando destripar a Rick Blaine y porque actúa al final como lo hace. Todo es misterio.

Lo único que sé es que ver esta película no tiene precio y ver lo ojos de Ingrid Bergman, por supuesto que tampoco. Bogart lo borda, joder el personaje más irónico de la historia del cine. Además de los personajes y su maravillosa química, Casablanca cuenta con un guión dinámico, un bar que vaya bar, joder que ambiente, una dulzura estrepitosa en todas sus escenas, y un final abrumador, y hasta te enteras de algo de historia. En fin, Casablanca reúne todas esas cosas por las que debemos seguir amando al cine.

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